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Este es el mejor grupo al que unirse para dejar de comerse las uñas.
Onicofagia es el término técnico que se utiliza para referirse al hábito de morderse las uñas, un trastorno nervioso bastante común que se presenta tanto en adultos como en niños. Suele iniciarse a edades muy tempranas –entre los tres y los seis años– como respuesta a situaciones de estrés, cansancio o incluso aburrimiento, aunque hay tendencia a que este vicio disminuya más adelante.
El problema es que además de heridas y otras lesiones en los dedos, puede provocar importantes problemas oclusivos en los dientes que pueden derivar en la necesidad de recurrir a la ortodoncia. También afecta a la estética de manos y labios.
Cómo dejar de morderse las uñas
Al tratarse de un hábito, una acción refleja que se produce para combatir los momentos de ansiedad, la mejor manera de superarla es con la ayuda de un psicólogo, creando patrones de conducta que favorezcan el control.
Paralelamente, también se puede acudir al dentista para que le haga una férula especial que impida que los incisivos superiores e inferiores se junten y, por tanto, imposibilite cortar la uña con los dientes. El tratamiento puede durar un mes y medio hasta que el paciente consiga erradicar este hábito y ocho hasta recuperar la estética de los dedos.
También es posible recurrir a un producto de farmacia que es un esmalte de uñas incoloro y con un sabor muy amargo, tanto que provocará rechazo cada vez que una persona con onicofagia se lleve el dedo a la boca.
Otros posibles remedios son:
Envolver las puntas de todos los dedos con tiritas o cinta adhesiva para que quede entre la uña y los dientes.
Chicle (sin azúcar, claro).
Reemplaza la acción refleja por una ocupación que requiera concentración y te ayude a olvidarte de las uñas.
Realizar ejercicio físico para combatir situaciones de ansiedad.